Artículo de nuestro Secretario General, Miguel Á. Morales.
Nunca he sido de polarizar pensamientos, ni de intentar cautivar a nadie con expresiones demagógicas. Intento, por el contrario, y desde mi visión de la vida y el mundo, exponer, honestamente, lo que pienso y siento.
Estos días estamos viviendo la naturaleza misma de la derecha de este país, ciegos en su convicción mesiánica, creyendo que el país es suyo y que por tanto el poder les corresponde. Se acostumbraron mal durante los 40 años de dictadura y no acaban de asumir que la voluntad popular, libremente expresada en las urnas por la ciudadanía y representada en el Congreso, es la que da o quita Gobierno, es fácil entenderlo, pero…
Lanzar a sus adeptos más ruines y fanáticos a las puertas de las casas del pueblo de toda España porque consideran ilegítimo lo que manda la Constitución, es decir, 176 voluntades que, tras acuerdo, decidan quién debe ser el presidente de este país, es antidemocrático, autoritario y violento.
El PP que, aunque no votara la Carta Magna, se jacta de ser un partido de gobierno, está absorbido por la violencia de los ultras que pretenden obtener en la calle lo que la ciudadanía les negó en las urnas.
Banderas preconstitucionales, gritos de guerra fascistas, lemas como la Constitución destruye la nación y agresiones a personas y edificios, han sido la gran idea lanzada por el PP y VOX para escenificar su oposición a lo que puede ser un gobierno de izquierda presidido por Pedro Sánchez.
Se dicen patriotas, pero agreden al corazón mismo de la patria que, en definitiva, pisotean cada día. La frustración por sus resultados electorales no deja de latir en cada palabra de odio, en cada falsedad, en cada soflama que lanzan.
Deberían saber que un país, en este caso el nuestro, se cohesiona superando conflictos, adhiriendo voluntades a nuestro sistema de libertades y buscando acuerdos que generen igualdad y progreso.
España es de todos, de todas, sin distinción. Deberían haberlo aprendido ya.
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