Lara Garlito: Amor por

El día 17 de julio María Guardiola tomó posesión como presidenta de la Junta de Extremadura y aquel día en el Museo de Arte Romano se consumó el pacto del Partido Popular con Vox.

Lo acontecido en las semanas previas fue un triste vodevil, con una representante pública renunciando a sus sentidas palabras y sus promesas al tener que pactar con un partido político del que abominó durante toda su campaña. Lo acordado con Vox se adivinaba como un duro golpe a los valores en los que se sustenta el Estatuto de Autonomía de Extremadura, pero no quedó en un mero programa de envites contra estos valores, también acordaron incluir a miembros de Vox en el Consejo de Gobierno, obviando que al igual que los independentistas de Cataluña o vascos quieren romper con España, Vox ha proclamado siempre que disolver la España de las autonomías es su principal objetivo.

Mientras eso ocurría, las y los socialistas, sus líderes, intentábamos asumir la realidad y, sobre todo, respetamos la voluntad de la ciudadanía extremeña. El bloque de derechas en el parlamento extremeño tenía mayoría y, por lo tanto, a pesar del dolor y del miedo que nos suponía ver a la máxima expresión del brutalismo político formar parte del Consejo de Gobierno extremeño, respetamos el resultado, asistimos a la toma de posesión de la presidenta y la felicitamos.

No hubo ni una sola protesta en Extremadura contra este pacto nauseabundo. El PSOE y Unidas por Extremadura comenzamos esta legislatura con el propósito de ejercer la oposición con responsabilidad y respeto a las instituciones y sus representantes.

La consejera, ya dimitida, de Vox inició una gira taurina por los ruedos extremeños, muchos de ellos ubicados en localidades gobernadas por el PSOE. Todos nuestros alcaldes y alcaldesas recibieron y trataron a la consejera de Vox con el respeto institucional que se merecía.

No hubo ni una sola protesta en Extremadura contra este pacto nauseabundo. El PSOE y Unidas por Extremadura comenzamos esta legislatura con el propósito de ejercer la oposición con responsabilidad y respeto a las instituciones y sus representantes. 

Son las reglas del juego en un estado democrático, acatar los resultados y respetar las instituciones y a sus representantes es un sano deber, lo contrario es el principio del fin de la convivencia.

Ayer salió elegido Pedro Sánchez como presidente del Gobierno con el apoyo de 179 diputados frente a los 171 que tiene el bloque conservador. Seguro que hay muchos votantes del PP o de otros partidos que estén frustrados. Además, en esta semana se están manifestando libremente, y tienen todo el respeto porque la Constitución les avala, pero las faltas de respeto, el acoso a los partidos políticos, los ejercicios violentos no pueden ser ni permitidos ni justificados. Los partidos políticos que no condenan la violencia o lo que es peor la incitan son el peor enemigo de la democracia. Decía el presidente De Gaulle: «patriotismo es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalismo, cuando el odio por los demás es lo primero».

El pasado lunes estuve en una concentración en protesta por un ataque homófobo ocurrido en Cáceres contra un activista defensor de los derechos LGTBI. Estábamos miembros de varios partidos políticos protestando en silencio, con rabia, con miedo, pero sobre todo con unidad. Y es en manifestaciones como esa donde los pueblos libres sacan lo mejor de sí mismos, con respeto a la ley, con confianza en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y, sobre todo, mostrando que la mayoría de la ciudadanía quiere vivir y convivir en paz.

Las y los militantes del PSOE estamos viviendo momentos duros, viendo como radicales contra la Constitución acosan y atacan nuestras sedes. Esta gran familia a la que pertenezco está mostrando una resistencia de la que bien orgulloso podría sentirse nuestro fundador, Pablo Iglesias. Así, el PSOE, de nuevo, es la palanca que dota de estabilidad a nuestro país.

Decía Alfredo Pérez Rubalcaba que «a la izquierda se le debe medir por la calidad de su proyecto político, por la fortaleza de su trayectoria y por la ejemplaridad de sus militantes». Ser ejemplar es reclamar frente a las mentiras, hechos; frente a los insultos, propuestas; y frente a los ataques, firmeza. Esa ejemplaridad es la que se ha puesto de manifiesto en estos días entre los compañeros y compañeras de este partido al que pertenezco.

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