Patricia nos cuenta su último viaje en un tren por Extremadura sin agua y sin aire acondicionado

Foto de Pixabay

Patricia se ha puesto en contacto con la redacción de Noticias Extremadura y nos ha contado lo que pasó ayer en el tren Sevilla-Madrid de por la tarde, con el fin de hacer una denuncia pública ya que algún día pasará algo como sigamos así. 

Relato de Patricia Muñoz

Yo cogí el tren en Mérida, donde ya llegó con 40 minutos de retraso (tendría que haber llegado a las 15:21 y llegó a las 16:00). Al entrar, se estaba a gusto, pero antes de llegar a Cáceres notamos que el aire acondicionado del vagón del coche 3 (que es donde iba) había dejado de funcionar. 

Una vez que salimos de Cáceres, una chica y yo fuimos a ver si en el resto del tren había y nos dimos cuenta que el problema solo estaba en el coche 3. En esa “excursión” nos encontramos con el personal de limpieza y les preguntamos si sabían dónde estaba el revisor para poder preguntarle si nos podía reubicar por la avería del aire. Esta persona nos dijo que estaban intentando arreglarlo y que saldría en breve de la cabina. Volvimos a nuestro sitio a esperarle. 

Llegó a los pocos minutos y nos dijo que cuando llegáramos a Plasencia iban a reiniciar el tren a ver si así se arreglaba y que si seguía estropeado buscarían una alternativa para el viaje, pero que así no se podía viajar. Y nos daba la opción de irnos a los otros coches aunque fuera de pie porque la temperatura poco a poco iba subiendo (eran las 16:30 de la tarde). Desde ese momento, el revisor se dispuso a hacer llamadas para buscar ese medio de transporte alternativo. 

En Plasencia, a la vez que reiniciaban el tren, nos dijeron que los que íbamos a Madrid podíamos bajarnos e ir en autobús y que tenía que tomarse esa decisión “ya” para poder saber cuántas personas eran. Nos bajamos corriendo y entramos a la estación de tren, donde nos dijeron al preguntar que aún no habían avisado al autobús y que no sabían cuánto podía tardar. Una de las personas que estaba esperando dijo en voz alta que el otro día estuvieron cerca de 2 horas esperando a un autobús en las mismas circunstancias (hay que recordar que han quitado esos autobuses de “guardia” que había para cualquier problema relacionado con el tren). 

En vista de eso, hemos vuelto corriendo al tren a preguntar al revisor y nos dijo que el tren iba a llegar antes que el autobús, que el único problema era el aire. Así que nos quedamos bastantes personas de las que íbamos a Madrid. Unos cuantos nos quedamos de pie al lado del baño de minusválidos. A los pocos minutos, llegó el revisor y nos dijo que nos reubicaba en otros asientos del coche 2, concretamente en el apartado donde se encuentran las 4 mesas de las 4 personas. Si no recuerdo mal, la plaza 71. 

Como las máquinas de vending no funcionaban, el interventor solicitó que en Monfragüe nos entregaran agua. Por lo que en esa estación metieron cajas enteras con botellas de agua. El único problema es que estaba del tiempo, por lo que a los pocos minutos ese agua no se podía beber. 

Después de ir tanto rato sin aire, al cambiar al coche 2 se notaba fresquito (no mucho), pero con el paso del tiempo el calor volvió a ser insoportable. Las paredes del tren estaban ardiendo y todos los que estábamos en la ventanilla, estábamos empezando a pasarlo mal. Según el termómetro, en la calle hacía 42ºC y el aislamiento que tiene el tren, parece ser que no es suficiente para esas temperaturas. 

A la altura de Oropesa yo me comencé a sentir mal y me levanté con la intención de ir al baño a refrescarme. En el baño (el de minusválido) sí que había aire acondicionado bastante fuerte y se estaba bien, pero cuando fui a dar al agua para refrescarme, no había. Me tuve que echar el agua embotellada que nos habían dado en Monfragüe. 

Cuando salí del baño, otras dos personas que iban en el mismo apartado (4 mesas de 4 personas), también habían salido y estaban en el pasillo porque decían que también tenían mucho calor. Yo seguía un poco marea y me estaba empezando a agobiar. Por suerte, en el pasillo venía un poco de aire de la otra parte del coche 2 y se estaba un poco mejor. 

En ese momento, se bloqueó la puerta del baño de minusválido, por suerte sin nadie dentro. 

En el rato que estuvimos en el pasillo, oímos cómo el interventor contó a unas personas que se bajaban, que siempre se averiaba el tren que iba de Sevilla a Madrid en lugar del sentido contrario porque en Madrid hay mantenimiento. Entonces el tren hace el viaje Madrid-Sevilla recién revisado, pero una vez que llega a Sevilla no hay nadie que compruebe que todo está bien. Y sale hasta Madrid con el calor que está haciendo y sin una puesta a punto. Y, pensándolo bien, toda la gente que se ha quejado del frío excesivo a causa del aire acondicionado lo ha hecho en sentido Mérida/Sevilla, nunca al revés. 

Al rato, volvimos a nuestro sitio y las paredes ya estaban un poco más frías. Además, casi al final del viaje, nuestros sitios iban pegando con el coche 1 y nos dimos cuenta que cada vez que salía alguien, la temperatura de ese coche era menor, por lo que bloqueamos las puertas de conexión entre los dos coches y notamos como el aire frío empezó a entrar un poco en el coche 2. 

Entre bromas desesperadas de desconocidos pasándolo mal pasamos el final del viaje. Pero tal era el calor que habíamos pasado que llegar a casa y darse una ducha no fue suficiente para bajar la temperatura. Sino que el cuerpo seguía ardiendo y tuve que estar un rato enorme con un ventilador en la cara. 

El viaje fue angustioso y desesperante y yo sentí que me iba a caer a plomo en cualquier momento. Esto no se puede repetir porque va a pasar algo grave. 

A todo esto, hay que reconocer el buen trabajo que hizo el interventor en todo momento y su afán por poner una solución a cualquier problema que se iba presentando. 

Texto de Patricia Muñoz García

  • Ingeniera Civil. Licenciada en Ciencias Ambientales
  • Máster en Prevención de Riesgos Laborales

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