Miguel Á. Morales: Una mujer imprescindible

El PSOE se ha construido, a lo largo de su historia, de mujeres y hombres decididos a defender la libertad y la igualdad por encima de cualquier otro valor humano.

Nuestra militancia sufrió, a lo largo de los más de 140 años de historia, persecución, muerte, cárcel y silencio. Un silencio que se ha hecho patente, por ejemplo, en la declaración de vida de Conchita Viera y sus interminables décadas de búsqueda de los restos de su padre, asesinado por los secuaces de Franco.

Sin embargo, el respeto y la enseñanza que nos deja la militancia que no se doblegó ante el fascismo, conforman la esencia y el motor desde donde nuestra fuerza se reproduce en forma de convicciones y ejemplos a seguir.

Eso, precisamente eso, un paradigma de conducta, militancia y perseverancia, representaba Esperanza Gutiérrez Alba que nos dejó recientemente a sus 92 años.

Una compañera con un compromiso permanente, llena de alegría y de vitalidad, que inundó los tiempos y los espacios que compartimos. Ella, mi querida Esperanza, hizo mejor, con sus contribuciones y fortaleza, al PSOE de la provincia de Cáceres.

Esperanza era una de las imprescindibles, una militante incansable que hacía de su vida un canto a la esperanza y a las ganas de mejorar su entorno más inmediato. Un torrente de vida que nos levantaba cuando nos veía decaídos, que nos empujaba cuando nos veía débiles y que nos regalaba su vida para hacer de la nuestra, una mejor.

El PSOE se construye con personas como Esperanza, como Conchita, mujeres que vieron lo peor de lo que es capaz el hombre y que, sin embargo, nunca bajaron la cabeza, nunca se rindieron, nunca abandonaron.

Por ello, en tiempos de personalismos, de egocentrismos, de narcisos de medio pelo, de mediocres con altavoces, el hoy recuerdo de Esperanza Gutiérrez Alba nos debe dar una colleja para despertarnos del yo y recordarnos que sin el nosotras, sin el nosotros, no somos nada.

Desde aquí, y en nombre del PSOE de la provincia de Cáceres, mis respetos  y mi  cariño a Esperanza, mi querida compañera, compañera del alma.