Como Presidente de Femembalses, Fernando García Nicolás intervino en el Senado en el IV Estudio sobre la evolución de la percepción de los avances en la España Rural.
Quiero destacar la importancia que tienen foros como este para visibilizar y reivindicar que hay vida más allá de las grandes ciudades, de hecho hay un modo de vida que nada tiene que envidiar, más bien todo lo contrario, al que tienen los habitantes de las zonas más pobladas.
En nuestros pueblos, hay muchas iniciativas de las que sentirnos orgullosos y que es necesario contar para aprender unos de otros.
Yo, aunque vengo hoy representando a una federación nacional de la que forman parte más de 500 municipios, soy alcalde de un pueblo de la provincia de Cáceres con 1370 habitantes llamado Ahigal. He vivido con estupor, durante mi trayectoria política, cómo, a pesar de que cada vez tenemos mayores y mejores servicios en los pueblos de mi provincia, seguimos perdiendo población de un modo que parece imparable.
En los pueblos de mi provincia hay empresas e iniciativas punteras en tecnología como fábricas de diamantes o restaurantes con estrellas Michelin. Algo que parece indicar que hay futuro en los pueblos, sin embargo, necesitamos creérnoslo más y hacérselo creer a muchos más. Y, sobretodo, no bajar los brazos nunca. Por difícil que parezca el camino no es imposible llegar a nuestro objetivo que no es otro que conseguir que nuestros pueblos sigan llenos de vida.
De hecho nos va la vida en ello, la vida de todos los ciudadanos de nuestro querido país. El 15% de la población de España vive en territorio rural, ocupando el 85% de la superficie de España. ¿De verdad alguien se cree que este país puede avanzar dejando atrás a las personas que cuidad de casi la totalidad de su territorio? Yo estoy convencido de que esto es imposible. Sería comparable a la desaparición de las abejas. Sin pueblos no hay futuro.
Para ganar esta batalla, la batalla de la despoblación, es imprescindible el apoyo firme de las administraciones supramunicipales.
El hecho de tener un gobierno sensible hacia los problemas del territorio rural, como el que, a mi modo de ver, tenemos hoy en España, va por el buen camino.
Ejemplo de ello es la existencia de la Secretaría de Estado para el Reto Demográfico, intermediario fundamental para trasladar las necesidades de abajo a arriba, que es la mejor forma de buscar soluciones a nuestros problemas.
Y este apoyo del gobierno a las zonas rurales se puede demostrar también en el caso de nuestra federación. Durante muchos años, uno de los problemas que más preocupaban a nuestros asociados era el de la caducidad de las concesiones de la explotación de centrales hidroeléctricas.
De estas concesiones nuestros municipios obtienen ingresos económicos que les permiten dar viabilidad al funcionamiento de los ayuntamientos y a poner en marcha políticas que mejoren y refuercen el asentamiento de su población. Hoy en día, podemos decir que el Ministerio ha hecho los deberes y ha cumplido con nuestra federación, ya que va a permitir, no solo que mantengamos los fondos de los que ya disponíamos, sino que en los nuevos pliegos para la licitación de las concesiones se introduzcan criterios valorables donde las licitadoras tendrán que proponer proyectos de desarrollo social, económico, generadores de empleo, medioambientales o energéticos, entre otros, que se ejecuten durante el periodo del contrato y que redunden en beneficio directo para la población asentada en ellos. Yo creo que esto es un magnífico ejemplo de cómo atender, escuchando al territorio, las necesidades que existen en lo rural y que mucha falta nos hace continuar en esta línea si queremos torcerle el brazo, con la colaboración de todos, al fenómeno de la despoblación rural.
En definitiva, es justo destacar que tenemos recursos esenciales para mantener el modo de vida de los habitantes de las grandes ciudades, agua, energía, sumideros de CO2, alimentos, etc.
Recursos que habrán de ser valorados adecuadamente para que generen fondos que cubran las necesidades municipales de modo que se permita que, ese 85% del territorio nacional, se mantenga con vida y pueda ser cuidado adecuadamente para no perderlo, porque es imprescindible.
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