Tras el incendio del pasado 14 de julio que afectó a 398 hectáreas del Parque Nacional de Monfragüe, la naturaleza vuelve a abrirse paso con fuerza con brotes nuevos en alcornoques y madroños quemados, nuevos torviscos que crecen y hasta alguna pareja de buitres negros que ya ha comenzado los trabajos de construcción de un nuevo nido, adelantándose a la época habitual de realizar este trabajo, que suele ser alrededor del mes de febrero.
Según los expertos, son buenas señales que, tras el incendio, devuelven la esperanza de recuperar poco a poco la normalidad en todo el espacio, considerado una joya medioambiental en Extremadura.
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